4 sept 2006

INSPIRACIENCIA ELVIRA FERRER

INSPIRACIÓN: LA CUARTA DIMENSIÓN

¿Cuántas son las dimensiones del espacio?. Desde pequeños se nos ha enseñado que el espacio tiene tres dimensiones: la altura, la anchura y la profundidad. Una de las conquistas del arte ha sido el poder plasmar en un plano, es decir, dos dimensiones, toda la complejidad del mundo tridimensional en el que vivimos. Así nació el arte de la perspectiva.
Pero las sociedades evolucionan y la ciencia propuso otra forma de ver nuestro entorno. En concreto las matemáticas se generalizaron a espacios multidimensionales y permitieron a diferentes ramas de la física hacer uso de ellas para explicar los fenómenos de la naturaleza.
Pero, ¿cómo entender estos espacios multidimensionales si nosotros sólo percibimos tres dimensiones?. ¿Podría existir un espacio de cuatro dimensiones espaciales?. ¿Cómo lo percibiríamos?.
El arte no tiene como finalidad explicar el mundo, pero sí puede transmitir sensaciones y proporcionar imágenes que nos lo hagan más comprensible. Por eso la cuarta dimensión es susceptible de ser representada e interpretada por el artista. Ya lo hizo Duchamp y Dalí. Hoy en día se sugiere la existencia de espacios multidimensionales a nivel cuántico. El tema recobra actualidad y parece obligada una revisitación.
Es por eso que los lienzos de la artista Elvira Ferrer poseen una doble finalidad:
Recuperar el afán por el conocimiento que caracterizó a los grandes artistas del pasado y proporcionar una interpretación personal a una cuestión todavía difícil para la mayoría de la gente.
La idea es que la cuarta dimensión se puede visualizar sólo cuando un objeto de cuatro dimensiones atraviesa nuestro espacio tridimensional. En ese caso sólo vemos diferentes cortes o secciones de ese objeto. En los cuadros de Elvira Ferrer la cuarta dimensión supone una revelación, una introspección en lo cotidiano a la búsqueda de otra realidad oculta. El simbolismo de la luz, del cambio de color, pone de manifiesto esta idea. En algunos casos es sólo un rayo de luz que cambia como un filtro la realidad que toca. En otros casos llega a penetrar en el interior de seres vivos cuatridimensionales dejando al descubierto el eje vertebrador.
La cuarta dimensión se convierte en la obra de Elvira Ferrer en una metáfora de lo espiritual, de todo aquello que permanece oculto al común de los mortales y que sólo la mente del artista puede revelar.

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