LA ESTABILIDAD FRÁGIL
La metaestabilidad es la propiedad de un sistema de
cualquier tipo (físico, químico, biológico, etc.) que consiste en que puede
presentar un estado de equilibrio “aparente” (o equilibrio débilmente estable),
pero ante una pequeña perturbación éste se rompe, evolucionando hacia un estado
de equilibrio “verdadero” o fuertemente estable.
Afortunadamente para nosotros, en la mayoría de los casos,
el paso del estado metaestable al estado estable ocurre a velocidad
extremadamente lenta y ocupa periodos de tiempo superiores a los de nuestra
propia existencia. Por ejemplo, el diamante es un material metaestable que
tiende espontáneamente a evolucionar hacia una forma química mucho más estable,
el grafito. Sin embargo, a temperatura ambiente este cambio es tan lento que no
podemos apreciarlo, mientras que a temperaturas elevadas la transformación se
acelera.
Muchos materiales que nos rodean son metaestables: algunos
materiales cerámicos, ciertas aleaciones metálicas (por ejemplo, el acero
“templado”), etc. El hecho de que sean metaestables nos permite utilizarlos de
forma segura en nuestra vida, sin peligro de que se descompongan.
No obstante, estos estados metaestables se pueden romper
mediante la aplicación de energía o de un catalizador; así se consigue hacerlos
evolucionar hacia estados de equilibrio estable.
A veces ocurre que materiales aparentemente estables (es
decir, metaestables) que tenemos a nuestro alrededor experimentan el cambio a
un estado más estable de manera rápida, catastrófica. Para nosotros puede
resultar dramático por lo inesperado: ¿qué ha ocurrido? Pues que simplemente,
la naturaleza ha seguido su curso y se ha restablecido el equilibrio. La
materia tiende espontáneamente a encontrarse en un estado de mínima energía.
Nosotros mismos somos metaestables, al igual que el resto de
seres vivos. Nuestros cuerpos se van degradando poco a poco con el paso de los
años, hasta que dejan de funcionar. Todas las sustancias orgánicas son
metaestables y acaban por destruirse.
El concepto de metaestabilidad está extraordinariamente
explicado en la obra “El oficio ajeno” del escritor Primo Levi:
― “La madera, como
todas las sustancias orgánicas, es estable solo en apariencia. Sus virtudes
mecánicas están acompañadas por una debilidad química intrínseca. En nuestra
atmósfera, rica en oxígeno, la madera está deseosa de oxidarse, esto es, de
destruirse. El camino hacia la destrucción puede ser lentísimo, avanzar
silenciosamente, en frío, por acción del aire, con la ayuda de las bacterias
del subsuelo, como en la madera sepultada; o puede ser instantáneo, dramático,
como cuando el impulso viene de una fuente de calor. Entonces llega el
incendio: un suceso raro en nuestras ciudades de cemento, hierro y cristal,
pero frecuente en el pasado.
Los límites de esta
estabilidad frágil, que los químicos llaman metaestabilidad, son amplios. Comprenden,
además de todo lo que está vivo, prácticamente todas las sustancias orgánicas,
tanto naturales como sintéticas; y algunas sustancias más, todas aquellas que
vemos cambiar de estado repentinamente: un cielo sereno, pero sin duda saturado
de vapor, que se nubla de golpe; un agua tranquila que, por debajo de cero, se
congela en pocos instantes si se tira en ella una piedrecilla. Pero es fuerte
la tentación de dilatar aún más estos confines, hasta englobar nuestros
comportamientos sociales, nuestras tensiones, la humanidad de nuestros tiempos,
condenada y acostumbrada a vivir en un mundo donde todo parece estable y no lo
es, en el cual energías pavorosas (no hablo solo de los arsenales nucleares) duermen
con sueño ligero.” ―
Mª JOSÉ BUGEDA
INMA ESCRIG
ELENA TADEO
ANA MARÍA MELLADO
ALICIA THIBAUT