9 mar 2010

LA CAJA DE SORPRESAS: LA SINESTESIA


¿Qué es la sinestesia?

Es la facultad que poseen algunas personas, consistente en que cuando reciben un estímulo a través de uno de los sentidos, experimentan simultáneamente la sensación en otro distinto.
El término sinestesia proviene de la etimología griega: syn “con, conjunto, unión, igualdad” y aísthesis “sensación”.
Se da aproximadamente en una de cada 2000 personas.

Características de los sinestésicos.

Como hemos dicho, los sinestésicos experimentan sentidos mezclados, por ejemplo: ven colores mientras escuchan una canción, aprecian sabores cuando alguien les habla, asocian determinadas formas o colores a letras, números y palabras, etc. Dicho de otra forma, un sinestésico puede oír los colores, ver los sonidos o saborear la textura de un objeto.
Las posibilidades son infinitas, tantas como sinestésicos hay y no se suelen repetir las sensaciones percibidas de unos a otros.
Todos coinciden en que la sinestesia es maravillosa, es un sentido más que lamentarían perder. Para ellos el resto de la gente es como si viera el mundo en blanco y negro.
Suele darse con mayor frecuencia en mujeres que en hombres y además, es hereditaria.
La sinestesia no es en absoluto un trastorno mental. De hecho las personas sinestésicas tienen una memoria superior a la media, su coeficiente intelectual también suele ser superior a la media y además son altamente creativas. Por eso es habitual encontrar casos de sinestésicos en artistas.

La evolución del cerebro y la sinestesia.

Todos nacemos sinestésicos. Se sabe que los bebés hasta los 4 meses tienen todos los sentidos mezclados. El motivo es que, en los bebés, existen conexiones neuronales entre todas las áreas del cerebro, de forma que los sentidos se perciben en todas las zonas a la vez.
Después, a medida que el cerebro va madurando y evolucionando, la percepción de cada uno de los sentidos se va aislando de los demás. Es decir, cada sentido se percibe y se procesa por una parte del cerebro independiente. El motivo es que, durante el crecimiento se rompen las conexiones neuronales que existían en los bebés, permitiendo esta diferenciación en la percepción de los sentidos.
En las personas sinestésicas, sin embargo, estas conexiones no se rompen, sino que permanecen intactas, lo que se traduce en esa mezcla de percepción de los sentidos.
¿Cómo sabemos esto? Mediante estudios con una técnica que mide el flujo cerebral que se produce al estimular los sentidos. Cuando a una persona que no es sinestésica se le estimula un sentido, se detecta flujo cerebral en una pequeña zona muy concreta. Sin embargo, cuando un sinestésico es estimulado en un sentido, se observa flujo en todo su cerebro (para entendernos, el cerebro se ilumina como un árbol de navidad, centelleando en varias partes a la vez).


Charla realizada por Ana María Mellado

Algunos sinestésicos famosos.

Se conocen muchos artistas que eran sinestésicos. Mencionaremos dos casos llamativos.



OLIVIER MESSIAEN. Era un músico francés (1908-1992) y uno de los compositores más importantes del siglo XX. Una frase que dijo en una ocasión nos revela claramente su condición de sinestésico: ―“Uno de los grandes dramas de mi vida consiste en decirle a la gente que veo colores cuando escucho música y ellos no ven nada, nada en absoluto. Eso es terrible. Y ellos no me creen. Cuando escucho música yo veo colores. Los acordes se expresan en términos de color para mí. Estoy convencido de que uno puede expresar esto al público.“―
Junto a sus obras dejó una serie de comentarios nada habituales en los que describía detalladamente los colores que podían verse al escuchar la música y los cambios en la tonalidad de estos a medida que la obra avanzaba. Muchas de sus obras tienen títulos relacionados con el color, como “Cronocromía” y “Colores de la Ciudad Celeste”.




VASSILY KANDINSKY.
Como bien sabemos, fue un pintor de origen ruso (1866-1944), considerado como el padre del arte abstracto. Nadie como él supo explorar las formas no figurativas con tanta lógica, una lógica explicada por él mismo en libros y ensayos, pero sobre todo en su obra “De lo espiritual en el arte”.
Se considera que vivió su primera experiencia sinestésica mientras asistía a la representación de la ópera Lohengrin de Wagner. Los sonidos evocaron en él los colores de un atardecer, vio y “sintió” el momento del crepúsculo. Él mismo declaró: ―“los violines, los contrabajos y muy especialmente los instrumentos de viento personificaban entonces para mí toda la fuerza de las horas del crepúsculo. Mentalmente veía todos sus colores, los tenía ante mis ojos.”―

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